Friday, November 10, 2006

Sobre el aburrimiento, discurso.


Libreto: maleducada la niña que hiere a la que quiere. (La escarcha se prende a las hojalatas de los lectores cuando se narcisean y se pasean de la hoja al libro diario.)
Un antecedente funesto marca la partida: soy de otra mientras me pesan los días entre fiebre y virus. La actriz principal abre la ventana para que se airee el polvillo infeccioso, camina con la piel escamoteada, siente que cada hueso se le rompe. Aminora la marcha en búsqueda de algo o alguien que le haga derretir los humores contaminados. No hay claridad en este suelo. Vendo la manzana de Eva al precio más barato del mercado. Vendo el amor de juguete, vendo la compañía de títeres que me acompaña.Si hay alguien que me saque el aburrimiento. Esa debo ser yo.
Sobre el aburrimiento, discurso.

Cuando se eligen metáforas más oscuras que las de Quevedo (y estando en el siglo XXI), cuando se cae en la obscena intención de querer tapar un elefante con una carpetilla de mesa, cuando nos enterramos hasta la coronilla en aseveraciones metafísicas y proclamas universales, cuando una a la que le gustan las cosas ‘al pan pan y al vino vino’ se sorprende a sí misma escribiendo una metáfora como vendo la compañía de títeres que me acompaña (para referirse, lógicamente, a algo que no tiene nada que ver con una compañía de títeres) entonces hay algo que el mundo no sabe –o sabe y se hace el ignorante- y que una descubre, en ese mismo instante, con decepción y una cierta sorpresa.¡Qué cortedad (primer sinónimo que ofrece la mascota de mi versión de Word 2000: Clipo, y que incorporo sumisa y sin mayores pretensiones de justeza lingüística) si descubro, por una frase tipeada al pasar, que en realidad (y acá viene el plato fuerte, ¡no te sueltes, Catalina!) lo que deseo no lo desearía si no fuera por un inagotable aburrimiento, por un tedio mortal y por el temor que tenemos todos –incluso la reina- de quedarnos mirando nuestras cinco uñas largas del pie en lugar de llamar al bufón del barrio para que nos haga morisquetas y nos cuente chistes verdes para revolcarnos de la risa. Si todo es porque sí y pa´ matar el tiempo entonces no busquemos verdades donde hay solamente un plato de fideos y no busquemos el trasfondo de la cosa en dos o tres frases mundanas dichas por un catedrático famoso.

La compañía titiritera, ahora sí, sin deslices metafóricos algunos, es un escenarito pequeño montado para hacer bailar y cantar a personajitos de paño y tela. Las aventuras que viven esos bicharracos espantosos llenos de botones, cabezas desproporcionadas y ropa colorinche, se trasalda a los espectadores, los cuales, a la par, ríen y lloran, abren los ojos, silban, animan a los buenos, insultan a los malvados, se quejan si algo no sale como esperaban, etc. La versión del nuevo milenio de estas representaciones son los simuladores virtuales de vida real que se venden en cualquier negocio de insumos para PC. Vivir la vida de otro por un rato –en la literatura, en el cine, en el teatro, en los juegos de PC- siempre ha sido y siempre será, más que un mataburros (y pese a lo que digan aficionados a teorías didactistas), un mataaburrimiento. Y aquí estoy llegando a mi conclusión pues les veo en las caras un sueño que se caen:

Todo esto para decir, señoras mías: del aburrimiento venimos, y al aburrimiento vamos y mejor sonajero en mano que móvil sobrevolando cuna.
Amén.

Tuesday, March 07, 2006

dos


(Belén, cuchá...)

Es mejor que lo sepas: estoy hipersensible porque me está por venir. Sin embargo aprovecho para hacer publicidad de la conciencia. Monólogo oblicuo que suplanta el líquido transparente por uno rojo, incesante y lento. Se me acaba de quemar un panqueque y al salir al patio vi algún tono gris en el cielo. Me pregunto si habrás llevado paraguas y no estoy ahí para comprobarlo. Y si. Probablemente hayas llegado a tu casa y te hayas mirado al espejo el vestidito con la enagua que se te pega a las piernas cuando hace calor –me exité tanto, mi amor- y hayas dicho: esta se cree que me conoce pero no. Y yo leo el libro de Kundera con una imagen borrosa en la tapa y estiro las piernas. Yo repaso las páginas donde Madame X es la impenetrable y se coge a la sirvienta mientras un desconocido que se desase de orgasmos en la calle le escribe cartas de amor. Y me deshago de la risa, mi bien, de la exageración, de la necesidad, de la estupidez de la palabra amor, de la animalidad del sexo, de una cultura que te sofoca pero te deja un último hilo de oxígeno. De la poesía... La novela de Gambaro con una dedicatoria personal deliciosa: hiperrealismo, fusión. Quizá o sea la carta o sea el cuerpo. Y me refiero a la insoportable levedad de poner un dedo en el espejo y decir esta que se cree que me conoce pero no. Yo, que a nivel consciente, soy mas buena que Lassie, puedo ser Cruela de Vil en otros intermedios teóricos. Porque no soy toda, como decirlo sin que suene escuetamente posmo... no soy toda yo –no puedo evadirme de mi propia ignorancia, pues, no lo he logrado-. Vos te das vuelta en la calle cuando te pasa una flaca morocha cualquiera y pensas que soy. Pero no. Yo veo una foto de Rosario Flores y grito, extasiada: es mi Belén. Y no. Cuando dejés caer un rulo por tu balcón, o un pañuelo con tus iniciales, sé cautelosa. Me provocarás nauseas y temblores repentinos, mi corazón será como un tambor africano. No hay límites. Hay exageración. Porque no sos vos, soy yo y un absurdo fetichismo de la imagen mental, de la letra. Soy yo que no me aguanto la sangre roja entre las piernas y salgo corriendo a bañarme. Soy yo que en vez de pegar un grito o ponerme a llorar hago 105 panqueques inútiles y asquerosos y quemados. Soy yo la que a veces me sigo creyendo la Verdad Revelada. Yo fui antes que Eva, ¿te acordás? Llegamos a esa conclusión haciendo la línea de tiempo en el Bar de Belgrano. Que antes que el sol y la luna fue Clara. Después otro día en el mismo lugar te dije que no, que tenía miedo de morirme. Y entonces me volví un pino cualquiera en un bosque de morondanga. Ahí vos me devolviste un poco de fe y me consolaste con un relato hermoso sobre una tal Santa Teresa y otra tal Santa Margarita que se querían tanto que iban a estar juntas en el cielo de las lesbianas. Mi bien, luego entendí la analogía, Margarita era tu madre y Teresa mi amante. Te quise tanto en ese momento que solo supe arrinconarme contra la pared y mirarte. Solo supe tragarme, si, una hamburguesa con papas que me devolvía a su vez la consistencia, la violencia.
Al fin de cuentas, ¿será como le dice el inconsciente mi querida Laura, que... o se hace el amor con los ojos y se habla de Butler o se coge y se tiene orgasmos múltiples? No lo se. Pero sos mucho más que un hoja de papel o un cuerpo. Que la imagen mental y el significante. Que el eros o el thánatos. Y caigo siempre en la misma engaña pichanga. El estructuralismo me consume entera. Saussure me arruinó la vida y todos sus seguidores son unos papanatas, mi amor. Yo en realidad quiero tener quintillizos, me olvidé de decirte. Y que tengan dos madres y bicicletas de colores. Al mismo tiempo, no termino de escuchar El Llamado. Quizá tenga que abandonarlos en un orfanato cuando estalle la tercera guerra y el anticristo se de a conocer. Entonces volveré a mi Biblia y seré Pastora y bautizaré y oraré: Señor, me gustan las chicas, caramba, ¿me dejás tocar el arpa igual?

Debe ser cierto, che, me tengo miedo
al infierno.

Pero nos estamos salvando, Juana – estos caprichos nuestros de reencarnar a cada rato-. Lacán nos sumió en el tres. Y ahora Butler saltó a lo múltiple. Solo nos queda ponerlo en práctica y decirnos frente al espejo:

yo NO te tengo miedo, otra yo, mi amor es el todo

Monday, January 23, 2006

ausencia

Yo dí a Lucía, tu poema, solo por escuchar la risa que suena escandalosa como un me ne frega. Deseaba el no estás saliendo de la boca rosada y lo he conseguido. Pero aún sigo sin entender cómo funciona la posmodernidad que no tolera escribir en mi cuaderno las ocho letras de la palabra ausencia. Como si la sociedad prestidigital fuera anti romance.
Yo podría, si, decir: No la quiero, ni la deseo. Pero ¿y si todo lo demás me suena a hipocresía y a cosa saturada?.
Me aburro terriblemente de solo pensar. En. Un color de voz que no seas VOS. Y todo lo que sea demasiado castellanizado me termina por hartar por hastiar. Todo se vulgariza y las frases se vuelven violentas, entumeciéndome las piernas y dejandome disléxica. Me pregunto si será eso el... (mejor no lo nombro así no aparece). Fantasma de palabra, che.
Estoy semicansada de lo sylvestre. De lo que todo los días aparece por ahí y me grita: hablame bien, mami, no seas cursi.
Y a veces me gusta más decir hacer el amor que coger. Solo porque es más largo y suena mejor y un día lo escuché salir de una boca sexy.
Y a veces me gusta más decir quiero hacerle el amor solo a ella. Y me siento monogámicamente sexy a su vez.
No es tan difícil ver que a la ausencia hay que tratarla con delicadeza. Porque es un sustantivo abstracto y porque ha dado letra a infinidad de poemas y porque hoy me pica mi no se qué en mi lugar de no se cuando. Y me siento rara y sola y me he sentido así muchas veces y muchas veces lo he aceptado y dejado ser. Sin tantas vueltas. Sin reproches. Así porque sí.
Algunas cosas nos atan. Y yo optaría por su cuerpo como la fuente del llantito fino, del nudillo en la garganta, del puchero, del tanguito personal, de la novelita rosa de pacotilla. Yo optaría por una cierta esclavitud que me hace dueña del tiempo y de mí. Solo el preso cuenta los días. Yo tacho mis almanaques y beso las cruces y veo a mi carcelera a la distancia con su collar de perro, con su personalidad histeroide del te quiero pero no. Y cuando me levanto me duelen las rodillas de tanto esperarla y adorarla, pero es un dolor ingenuo y lindo como cuando te meten los tres dedos de golpe y vos en cambio esperabas otra cosa pero ahi estan y te gustan.

Yo no sé, querida , debe ser que me entró algo en el ojo. Pero.

En realidad ella no está.

( y cuando digo no está, no es que sea cursi, ni naif, ni media tonta, ni medieval, solo estoy citando a Lucía, que es una poeta conocida y seguramente ha ganado infinidad premios literarios )

Saturday, January 14, 2006

chancho de agua (1983)


Ludovica me advirtió recientemente en un sueño (con un perro caniche blanco a su lado colgando de un arnés): debéis cumplir con tu destino de chancho de agua. Acto seguido me señaló un chiquero sobre el que pendían luces de colores y en donde una canción rezaba: That’s the way (ahá ahá) I like it (ahá ahá) That’s the way (ahá ahá) I like it... Volví la cabeza y la miré. Le dije en tono de lamento: hace años hice una fogata con sus libros por considerarlos herejes a mi naturaleza de santa, ahora pagaré mi deuda...

Y le hice un monólogo.

- Aplaudo gritando a la fusión entre el agua y la tierra. Nada se ha perdido, todo se recicla, me dice mi amiga Violette Leduc. Estos minerales me están absorbiendo entera. Nada se ha perdido. Puedo aplaudir conmigo misma, puedo aplaudir con los demás. Reirme de janeiro mientras me mancho las faldas con helado de chocolate. ¿qué es lo que más deseás? 4 jazmines del país y un collar de perlas. Y la carne sobre la lengua y la cara pornografía y la leche cortada que dos niños de pecho bebían voraces de mí mientras los acunaba en mis brazos. Me he hartado de Champagne esta noche y estoy embadurnada y lloriqueo. Luego me meto los terrones de azúcar, ávidamente, uno por uno, en la boca. Me vuelvo áspera de tanta entrega. El paladar se me hace licor. Ahora me estallo, pero de la risa. No hago más que tragar e incorporar. Me pesa la carne rosada sobre el almohadón de plumas y el barro se me mete entre los dedos de los pies haciéndome cosquillas. Me comí otro terrón entero festejando la conjunción Zoodiacal. Venus está en mi casa natal por tres meses. Bendito el acuario de mi chiquero natal y bendito el chiquero de mi amada y sus pezuñas rojas y brillantes que prometen una caricia y un vibrato. Cuando el sexo llama, obedezco. Mi compañera duerme a mi lado y me sacia por los ojos. Tan solo ver como el sueño toma control de cada uno de sus miembros me hace revolcar de placer. Ella respira, saciada a su vez. Y me llena de eso. La armonía se llama: su cuerpo florando entre las sábanas. El agua cubre por la mitad mi cola enredada y mi hocico se desliza entre nenúfares. Del otro lado de la tranquera me cantan en francés. Me despiertan por la mañana con canciones de cuna y me duermen los gallos por las noches. El alimento me basta y el clima es favorable a mi piel. Tengo unos ojos que destilan algo sutilmente naif, sutilmente tradicional, antiguo. Armonizo, medio, desecho los gritos, desecho las maldiciones, las presunciones. Vienen a mí en busca de paz. Y para que les enseñe a revolcarse a su vez en sus chiqueros natales. Comen de mi tacho y se van cantando. Me observan girar sobre mi eje y asienten lo que digo sobre valorando mi estupidez. El afecto es todo. Suelo amarme. Suelo enredarme en las piernas de otra y atar mis pensamientos. De los 12 fui la última que saludó al Buda solo por disfrutar del paseo. Mi oigk oigk se escuchaba desde lejos y miraron con desconfianza. Fui la rezagada de la multitud, la lenteja, la tortuga de la plebe. Al fin aceptaron mi ser social, mi fidelidad y mi tontera.
Me acurruco y retozo. Si me dan a elegir, pues, elijo este lugar de descanso.

"nos encontramos y nos morimos juntas y de una vez
reímos en el año nuevo chino ,
4718"

Friday, September 30, 2005

chat I

Estas que me hablan. Estas que no dejan de hablarme. Cuando mi amiga me decía que la tecnología nos está arruinando la vida yo me reía y le saltaba como un animal de presa sobre el celular para leerle los mensajes de texto . Suena una canción brasilera. El novio llama de Bahia y la encuentra desprevenida comiéndose una uña. En tardes de verano arruinadas por el calor y con un balde de helado al costado aprendimos a hackear las cuentas de mail de las transas ocasionales. Encontramos las estupideces de los amigos escribiendo borrachos: quiero más birra. Punto coma punto y coma carita feliz. Nuestras cartas eran otra cosa. OH nuestras cartas! Las antiguas cartas espirituales. Mezcla de relato de experiencia y libro de oraciones. Soñá con Dios y con la profe (el triángulo edípico) o Dios soy yo. Y eso que desconocíamos la doctrina New Age. Las cerrábamos con plasticola y metíamos el rosario adentro.
Vuelvo. Me fui. Vuelvo. Estas no dejan de hablarme. Me buscan. Me persiguen. No pueden dormir de noche y me llaman por teléfono para que les de la bendición y les escuche los relatos de las aventuras del día. Tres de la mañana. Seis de la mañana. Me mandan mensajes inoportunos, clandestinos, a espaldas de los padres y hermanos. Me arrebatan sonrisas semidormida. Despierto con la luz azul. Veo letras y no trago la idea. Escupo respuestas sin ilación. A un qué estas haciendo C? Respondo con un Mariposita dormidita estoy tapadita con la frazadita. En la vigilia me acuerdo y me dan ganas de vomitar esas frases cursis. Pero son ellas las que me buscan. (alego inocencia!). Yo las leo hacerme preguntas. Yo miro esa construcción artificial del otro lado de la cámara. Salto por encima de las faltas de ortografía y les pregunto si conocen a Woolf. No, ¿quien? Contame de qué color es la bombacha que tenés puesta... amorssssis... Puaj. Manifiestan una ignorancia desenfadada. Pero eso sí, a veces se maquillan para ir al cyber y luego me tiran besitos. Les veo brillar los labios. Me preguntan: ¿por qué te gustamos nosotras las chicas?
Me haces acordar a una virgencita. Te sacaría una foto y te llevaría en mi escapulario. Te quitaría el velo. Te llevaría de la mano por Plaza San Martín y hablaríamos de la antigüedad de los árboles. Mirarías con ojos de dieciséis años. Recordarías una excursión con el jardín en donde algún compañerito te robó el sándwich. Te saltarían las lágrimas de los ojos. Para calmarte te hablaría de las Musas y de la arquitectura de Grecia. Siempre con el pañuelo en la mano me dirías que el otro día escribiste un poema en la servilleta de un bar y te gustaría leérmelo. Ahí miraría al cielo y te correría el pelo de la cara. Chiquita, chiquitina, inundame de palabras. Entonces me sentaría a lo indio en el pasto y te miraría desde abajo. Miraría esas piernas flacas, de pelos suaves semi rubios. Sacarías la servilleta y empezarías a leer los villancicos. Adoro, corazón, esa forma tuya / de cruzar las manos / me hace acordar a mamá / con sus telas frente al costurero / cara de enojada / manos cruzadas. ¡Muy bien, chiqui, muy bien! Aplausos. Ahora vos mi virreina y yo la pequeña encerrada en el convento. Ahora vos la que habla y yo la que lloro. A mí también me robaron cosas. ¿no te conté? a todas nos robaron. tuvimos que salir a decir que no podíamos vivir sin nuestras vidas. Pero esa es otra historia que te voy a contar en una carta larga. La vas a leer en un día de lluvia comiendo una manzana. ¿Te gustaba el costurero? Ahora, escuchame, y escribite escribiendome. Olvidate de eso. Inventate un nik que te guste y luego otro. Y luego otro. Así hasta dar conmigo. Alguno de esos será. Nuestro imán es el nombre.
Ahora, que te miro desde acá, que tengo tu cara destapada y que veo cómo le sonreís de costadete a la cámara digo: ¿Me mandás una foto? Haría una copia 4 x 4 y la pondría en mi escapulario. Luego leería los mensajes de madrugada y soñaría con las tardes en Plaza San Marín.
¿Y por qué nosotras las chicas? (mirando a camara)
Por el olor a picodulce.
¿Y por qué nosotras las chicas? (mirándo a cámara fijamente)
Por lo suaves. Por lo dóciles. Porque cierran los ojos con liviandad. Porque no le temen a las palabras. Porque cada cinco minutos te abrazan y se ríen y el pelo les brilla. Porque cantan canciones de regreso en los colectivos. Porque las frases eróticas les salen con voz de Blancanieves. Porque tienen fresco el recuerdo de la primera pérdida y todo el tiempo quieren saber si estas ahí.
Amaranta dice:
Estás, Clari, estas? (carita triste).
My Darling dice:
(...)
Amaranta dice:
mala, no te quiero más

Las vírgenes que buscan y rebuscan en la erótica de la palabra. Practican gestos, los ensayan, gritan que están solas, que quieren que las toquen. Buscan la presencia fantastasma. Buscan a la madre caminando por el pasillo a oscuras. Buscan a la primita del otro lado del árbol. Buscan a la amiga que las aprisiona en un baño público.

Te cuento, Astrid, que fue en una noche cálida cuando esta virgencita apareció del otro lado de la ventanilla. Y fue una visión bicolor. Era rubia con extensiones negras. Me saludó con las manos en los bolsillos. Tenía cara de luna y adoraba a britney spears. Tengo una foto suya con la corbata roja y la camisa blanca, está abrazando a otra, el título es "compañeras" .

Mar y fantasma. Entrecruzamiento de identidades. ¿y si descubro que es ella haciendose pasar por otra? La paranoia llega a su punto máximo. Otra vez suena el celular sobre la mesa y escucho una voz de pajarito. A la agitación sucede la sonrisa. Cuando suena quisiera estrellarlo contra la pared. Ahora que escucho esa vocesita me rio como idiota. MarinaMarielaMarisaMatildeMarcela. ¿Cual de ellas? Seguro que empezaba con M. Todas empiezan con M.

Todas. Todas ellas. No dejan de hablarme. Me siento usurpada. ¿en cual me escondo?

Tuesday, August 16, 2005

tarot

Barrio de Almagro. En la puerta de un edificio antiguo de la calle Humahuaca al 4000 hay un señor mayor con bastón en la mano. Amago a tocar el portero pero él dictamina: no anda, pase directamente. Le digo que vengo a ver a Alicia. Él lo sabe, tengo cara de esotérica y suelta de bolsillo. Aquí se abren las puertas a la tercera dimensión, pienso, la clarividencia es un síntoma contagioso. Dejándolo atrás subo la escalera blanca con notoria ansiedad. El olor a fritura me distrae, es demasiado fuerte. Busco hasta encontrar la puerta E. Le falta una mano de pintura y tiene colgada en el dintel una ramita de algo. Golpeo y en segundos me abren.
Es La Señora Alicia Vidente Nata. Su apariencia no se corresponde con la voz en el teléfono. No es la figura dulce del hada azul y ni siquiera se parece a mi angelóloga de la infancia, esta es asimilable a un espantapájaros trasvestido. Usa el pelo -de escoba, color chocolate- atado atrás con una hebilla. Adelante el flequillo abunda. Sobre la camisa blanca le cuelgan una piedra verde y un calendario maya. Intenta agarrar al gato por la cola para que no se escape al pasillo, no lo logra, le pone la traba y paso saltando sobre el pié, entre la pared y la puerta semiabierta.
- Buenas tardes. Soy Clara, hablamos hace dos días. (no me besa, me agarra la mano, le siento los anillos y la temperatura corporal)
- Pasá querida. (y me sonríe con una boca mal pintada)
Me dirijo al gato para rascarle la cabeza mientras miro de reojo el “consultorio”. Es bastante luminoso y con olor a aceites aromáticos. Las paredes están descuidadas, descascaradas y, colgando de ellas, imágenes de santos y vírgenes. Una cómoda verde agua desentona con el resto de los muebles, allí hay un pequeño altar lleno de velas, no llego a distinguir la figura de culto. Me ofrece agua y rechazo. Pregunto el nombre del gato.
- Violín.
- ¿Piolín?
- No. Violín.
- Ah.
Me siento sobre uno de los sillones que rodean la mesa ratona. Me pongo cómoda, cruzando las piernas, intento relajarme, pero la ansiedad gana. Hay un par de velas prendidas alrededor. No se que está buscando Alicia, la escucho revolver cosas, yo miro fijo las llamas, parezco hipnotizada, adormecida, solo parezco. Finalmente viene y se sienta frente a mi. Miro su cara y me doy cuenta de que tiene un ojo que le brilla más que otro. Destello leve pero notorio ¿será de vidrio?. Interrumpe mi cavilación con una pregunta:
- Antes que nada, ¿querés hacer alguna consulta en especial?
-Quiero saber si late...
-¿Si...?
-Amores futuros, presentes. Amor. (aire y agua tenías que ser, criaturita, para hablar con esa boca sobre el mequierenomequiere, ¡haciendo puecherito deshojas la margarita! entre los dedos te sobra un pétalo, tamblás, esto así no va... no va...)
Me hace cortar. Con la mano izquierda, aclara. El error puede ser fatal. Pido perdón, que soy analfabeta de este tipo de saberes, che!. Comienza la tirada, despliega, primero una cruz, luego otra cosa. Me parece el momento oportuno para saltar con la oniromancia. Además, y después de todo, ¿no es vox populi que Freud ya fueeee! Ahora está de moda Jung, me había dicho Cece, es lo maaas. Y agregó: ella es mi mandala.
- Soñé dos veces con una carta en particular. Un mujer con un cetro del lado derecho, sentada en un sillón, cara redonda, rubia.
- ¿ésta? (señalando una) ¿o ésta? (señalando otra).
- La primera. Pero con el cetro del otro lado.
- Ah. La Emperatriz. El arquetipo de lo femenino. (¿habría leído a Jung?). La fertilidad y la madre. La creación. Es siempre lo mismo.
- ¿Qué cosa es siempre lo mismo?
- Veo estrógeno por todos lados. Una familia que desborda de estrógeno. Polleras, abanicos, labiales por doquier. La fascinación de una niña por las mujeres todopoderosas. Inclinación hacia lo místico. Timidez, introspección. Miedo de saber. Había un secreto en la familia que no te dejaba dormir de noche.
- Si. El mito del origen. Nadie me decía la verdad.
- Pero eso te hizo fuerte. Es una lucha ganada. También veo una imaginación profusa. Muchas palabras. Libros.
- Soy estudiante de letras.
- Necesitas estar en contacto con la tierra, hay un exceso de idealismo, necesitas sobre todo vivir aca. Hacete un viaje corto al interior, al norte... si no renovás se te van a caer proyectos. Demasiado diversificada...
- ¿Y con la literatura que...?
- Muchas palabras... vomitalas, no te queda otra, es visceral. (ese ojo que brilla me investiga, vuelvo a preguntarme si será de vidrio)
- ¿Conoceré a alguien? (criatura ansiosa)
- ¡uf! Alguna historia complicada te suspendió en el tiempo. Ahora podés respirar mejor, más aliviada. Igual no te confíes, no veo paz... ¿por qué ella es tan perturbadora? (señalando una carta)
- ¿Conoceré a alguien?
- Figurita repetida. Ella.
- ¿Conoceré...? (me estoy cansando)
- No le veo ningún encanto. No me explico que... debe serte de alguna forma complementaria... (señalando una carta)
- (...)
- Anuncio: hay una mariposita revoloteando y viene sin seguro, con alas abiertas, no seas aplanadora, ¿no te enseñó la musa a tratarla con cuidado? Aprendé a ser un muchachito caballero. Dando patadas por debajo de la mesa no se gana la pulseada. Igual no te agites, se va dentro de poco a Europa. Andá aprendiendo, querida, nunca te vas a unir con nada, nunca nadie nada. A esa ilusión simbiótica le doy cinco años de vida, no más. Cuando estés embarazada consultame de nuevo.
- ¿Voy a tener un hijo?
- Hija. Te va a decir no papá y te va a poner los pelos de punta.
- ¿Falta mucho?
- Un poco, querida, acordate que no se puede andar a las zancadas. Ya te lo había dicho esa que te leyó la mano en la fiesta de quince: Clarita... ¡si te caes te levantas pero duele, carajo, como duele! Lo de que ibas a ser monja, olvidate, ahí le pifiaron. Vas a andar arrodillada, si, pero llevando y trayendo flores a los altares de las entrepiernas...
- Aha. Veo que no tiene pelos en la lengua...
- ¿Para qué? Hora de irse al mazo...
- ¿Cuánto le debo?
- Ochenta pesos.

Mientras busco las monedas para el colectivo escucho cómo vibran los autos a velocidad. ¿y si me atropellan ahora? Pensamiento idiota e inevitable. Me entra una basura en el ojo. Pestañeo. Pestañeo y no se va. ¡Zas! Si lo hubiera tenido de vidrio como la vieja no me hubiera molestado. Pero no. Me llora y se me irrita. No veo nada, camino así porque sí. Encerrada y siempre lo mismo: el mandala es mujer.

Wednesday, August 03, 2005

bichos

- Ya no estoy para cazar mariposas (ofuscada). Ahora son ellas las que me cazan a mi. Son gigantes. Ponen sus patas encima de mi cabeza y me abrazan con sus alas interminables (interminables). Sueltan un polvo blanco y no puedo respirar. Me dejan arruinada, tosiendo y estornudando todo el día. (estornudo).
- Ya veo. (acomodándose los lentes y acercándose hacia la mesa de los pañuelos descartables). ¿Y en la infancia? ¿Te acordás, Clara, como eran en la infancia? (me alcanza un pañuelo).
- Bueno, recuerdo cuando mi madre se iba y mi abuela dormía la siesta. Yo salía vestida al jardín con un solero de flores amarillas. Entonces me sentaba en uno de los bancos de azulejos bajo la parra y esperaba que llegaran. (me sueno la nariz) Primero venían dos o tres. Revoloteaban tímidas, lejanas. Yo fijaba la mirada en un punto y las miraba de reojo, para no alarmarlas. Luego se sumaban otras y de repente me encontraba en el medio de una danza de mariposas. Siete, ocho, nueve mariposas juntas... ¿se las imagina? Las había color tierra con puntos negros, las había de todos los colores... una danza de mariposas, solo para mí. Realmente (girando levemente la cabeza) no se de dónde salían.
- ¿Y que pasaba después?
- Bueno, después... se morían.
- ¿Se morían?
- Si, yo las mataba. Las cazaba con una red y luego las aplastaba con un martillo. ¡Plaf! (¿plaf?).
- Aha.
- Les pegaba en el medio y salía una mucosa negra. Les arrancaba las alas con una pinza y las tiraba a la basura.
- ¿No las guardabas en un muestrario de mariposas?
- ¿Guardarlas? ¡No! Que asco...
- Asco. (inaudible)
- Hubiera vomitado de solo saber que tenía esos pequeños cadáveres en mi habitación.
- ¿Alguna motivación en especial, Clara? (¿quien es, quien es CLARA?)
- ¡si! ¡Claro! (Clara). Si no las eliminaba de día venían de noche y se me metían por los agujeros.
- ¿Qué agujeros? (con el tono que usan las personas preguntonas).
- Los del cuerpo. ¿Qué agujeros va a ser?. La nariz, la boca, los oídos, etc. (etc.).
- Mariposas invasoras.
- No solo mariposas. También arañas, cucarachas. Serpientes. (punto y a parte)
Serpientes.
- ¿Qué te hacían las serpientes?
- Me perseguían, me cercaban, me acorralaban (tos). Venían arrastrándose, se contoneaban delante de mío, me movían el cascabel, como diciendo: “sabés que si te muerdo te morís, sabes que si... sabes que si...” (tos).
- Si te beso. (inaudible).
- ¿Qué?
- Nada. Ejem.
- Yo tenía que subirme arriba de las mesas. Era horrible, realmente angustiante. Estaban en cada lugar de la casa. Salían de las rejillas, se colaban por las rendijas de las puertas, de las ventanas...
- Estamos terminando por hoy, Clara.
- ¿Ya?
- Si, ehhh... ¿te veo la semana que viene?
- Bueno.
- (...)
- (...)
- ¿Escuchas?
- ¿Qué?
- Madame Butterfly.
- Ah. Prefiero La Boheme.
- Pero...
- Si, no me diga nada. (tos).
(Salgo. A él se le cae un libro al suelo, a mis pies. Lo levanto y leo. “Cada agujerito con su palito”. Lo miro y él baja la vista. Me voy.)


Me peino en el espejo del ascensor. Me esperan. Cierro la puerta del edificio. Tengo prisa. La veo. Le digo mariposita, viniste! y ella me dice vine y me besa en la boca y tiene gusto a pastillas de fruta. Me dice ¿como te fue? ¿de que hablaste? ¿te curó la alergia? Le digo bien, paparruchadas, no. Me dice ¿querés que vayamos a casa y te haga un té? Le digo vamos. Agrego abrazame mariposita, abrasame ¿sabías que tenés cara de serpiente?. De serpiente serpentina. Cascabel.